miércoles, 28 de septiembre de 2011

Me juraste tantas cosas que resultaron mentira...

Duele. Quema. Afixia. Escuece. Me están ahogando, no me dejan respirar. Y duele. Duele todo lo que no te dije en aquel momento. ¿Que a qué me refiero? ¿De verdad quieres saberlo? ¿Recuerdas aquel momento en el que me dijiste que se acabó? ¿Recuerdas lo indiferente que pareció mi actitud? ¿Recuerdas que me dijiste que pensabas que iba a reaccionar de otra manera? ¿Lo recuerdas? Pues ahora te diré lo que recuerdo yo... Recuerdo que mientras te decía que no sentía nada, que me daba igual dejarte marchar, que no me importaba alejarme de ti... mientras me estaba ahogando por dentro. Quería gritar. Quería gritarte tantas cosas... Quería decirte que no voy a dejarte ir, que todavía no es el momento, que aún nos queda tiempo para vivir lo nuestro. Quería convencerte de que pasaras ese tiempo conmigo, entre mis brazos. Quería gritarte a la cara que eres un idiota por no saber aprovechar el poco tiempo que nos queda. Quería confesarte que me he acostumbrado a tus manos bajando por mi barriga, que tus susurros en mi oreja me ponen la piel de gallina y me encanta, que tienes la sonrisa más bonita del mundo y no lo sabes, y que yo podría pasarme tardes enteras haciéndote sonreír, como tantas veces lo hemos hecho. Quería que supieras que tus besos son los únicos capaces de hacerme dar vuelta y media al mundo en 2 segundos, y que tus brazos me parecían el lugar más seguro y más agradable del mundo. Porque tus brazos son "casa", sí, como cuando éramos pequeños, y jugando al pilla pilla, si no queríamos que nos cogieran, nos refugiábamos en casa. Pues igual, estando entre tus brazos ya nadie podía hacerme daño, y se acababan todos mis problemas. Gracias por cada día de mierda que has hecho que valga la pena, por cada vez que has sido "casa". Quería mirarte a los ojos, y susurrarte que tengo tus caricias a fuego grabadas por toda mi piel. Y que esas marcas juraría que no se van a ir nunca. Porque eres capaz de llevarme más allá del cielo. Quería recordarte cada noche de locura entre las sábanas, y cada vez que con tocarnos encendíamos hasta las brasas del infierno, y todas las veces que has sido mío y yo tuya. Quería que supieras que adoraba acostarme por la noche sonriendo porque había pasado contigo el mejor momento del día. Y para eso te valía solo con una sonrisa, o con un beso. Y quería agradecerte cada recuerdo que tengo contigo, cada sonrisa, cada locura, cada beso, cada caricia. Quería pedirte que guardes con llave cada momento que hemos pasado juntos, y que cada vez que te los encuentres en tu memoria sonrías. ¿Sabes? Quizás es cierto que no te querido nunca. Y quizás que te escriba todo esto no tiene ningún sentido. Porque, quizás, no debería dolerme tanto el no tenerte. Pero, es que, quizás, y solo quizás, hayas sido en mi vida más importante de lo que tú y yo creíamos. Y créeme, que no sé si esto será algún tipo raro de amor, pero yo lo único que sé es que te echo de menos. Que cada vez que algo me recuerda a ti, se me hace un nudo en el estómago y duele. Que todavía por las noches sueño con rozar tus labios, y recorrer tu cuerpo, perderme en los rincones que tan bien me conozco, y esconderme entre tus brazos, donde nadie me encuentre y pueda pasarme horas, días, siglos y milenios ahí, contigo. ¿Sabes? Imagino tu cara si estuvieras leyendo esto. Estaría pensando que estoy loca, que exagero,o quizás que realmente estoy enamorada de ti. Piensa lo que quieras. Aquel día, en el parque, cuando me dijiste que se acabó, me dijiste que, a pesar de que yo no fuera la mujer de tu vida, seguramente no encontrarías a nadie nunca con quien conectaras tanto como conmigo. Eso es exactamente lo que siento yo ahora mismo. Siento que no habrá nadie capaz de hacerme sentir esa conexión tan especial a niveles tan altos como tú. Hace tiempo también me dijiste que yo era lo más agradable que tenías en tu vida. Pues eso, eras el motivo para seguir cada día, para sonreír, para luchar. Y ahora siento que no tengo nada. ¿Sabes? Aquel día en el parque no fui capaz de decirte nada de esto. Y me está quemando en la boca. Tengo ganas de gritarte que te echo de menos, de pedirte que me abraces, y de suplicarte que me beses. Me escuecen las ganas de rozar tu piel y de sentir tus manos en mi espalda. Me duelen las sonrisas que ya no son mías, los besos que ya no me darás a mi, y las tardes que ya no pasaremos juntos. Pero tranquilo, soy fuerte, lo sabes. Y si ahora no paro de llorar echándote de menos, pronto simplemente sonreiré recordando cada momento que pase a tu lado, y que hicimos tan especial. Seguramente mañana me toque hacerme la fuerte delante tuya... pero tengo que confesarlo... ahora mismo solo tengo ganas de llorar.

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