domingo, 23 de octubre de 2011

 Cierto día de invierno que vas por la calle, andando en soledad. Notas el frío golpeando tus mejillas, como se te secan los labios y te lloran los ojos, te entremeces para notar calor. Escuchas música, la música que te llega de verdad, con la que se te ponen los pelos de punta, con la que piensas..Ostias, es que está diriguida a mi!. En fin...con la que te identificas. La gente pasa por tu lado, la mayoría con aspecto apático, con frialdad en sus miradas. Intentas averiguar que pasará por sus cabezas en ese momento, que pensarán a primera vista de ti, si ellos también tendrán tantos problemas como tú, pero acabas desviando la mirada. De repente, se cruza contigo un chaval, y notas algo diferente en su mirada, la sientes, a lo mejor seriais la pareja perfecta, ¿quien sabe?, pero probablemente, nunca lo llegarás a saber, porque sigues tu camino. Encuentras el lugar donde soliais ir los dos, para evadiros de la realidad. Donde le cojías la mano creyendo que no se la soltarías nunca, donde le besabas como si fuese el último beso, donde le mirabas a esos ojos, esos ojos que tu creías conocer tanto. Pero ahora, al quedarte mirando aquel banco, aquel lugar, lo único que te sale es una sonrisa irónica, con tristeza, y piensas como pudistes ser tan ignorante... Te consuela en parte, el pensar que el tiempo pondrá a cada uno en su lugar.

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